Reencontrarse con uno mismo, esa idea recurrente. Me
desprecio cuando empiezo a escribir sin humor, pero acá estamos.
Este maldito espacio que pretendió ser un modesto tributo a
Gabo empieza a ser un idiota diario personal. Lo absurdo es que ya otras veces
sentí esto mismo. Irremediablemente quiero llamar la atención.
El panorama no es bueno: muchas horas de trabajo, presiones
infundadas, desgaste, desmotivaciones profesionales y la sensación de que uno
está engañado y solo.
Ahí parece que voy descubriendo el problema. Fue en ese
momento que me traicioné, llevado por una fiebre que creía haber olvidado y
despreciado.
Y ahora, en este momento breve; con el golfo que se abre y
parece infinito, una cámara de fotos, esta libreta y Carver esperándome, casi como sus personajes. El
verano ya se empezó a ir y como siepre lo va siendo de viejo.
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