Invierno hagamos un trato. Simulemos que nunca nos repudiamos y
que nunca contamos los días tachando almanaques, esperándonos como verdugos que
uno de los dos por fin se vaya.
Invierno tengamos un plan. Coincidamos por
las mañanas y extrañémonos por las noches. La tarde se la dejaremos a esas
cosas intemporales que no tienen estación sino que son puro tránsito que son puro irse.
Invierno provoquemos un fuego. Un fuego
curador, que seque entibie y que queme. Un fuego que te disfrace y me disfrace.
Un fuego que por fin, cuando va pasando el tiempo nos abrace, que nos abrase.
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