domingo, 5 de agosto de 2012

Prefiero el mar…


Qué no se habrá escrito ya de los mares. Sí, de los mares rimbombantemente en plural. Por eso ahora, me atenderé a una experiencia puramente personal, hacerme de él (el mar, ahora en singular), para construir no un mito, pero sí un relato simple. Será este mar, el de la foto. Capaz algún día tendrán que citarlo, y no decir que a este modesto escriba le gustaba el mar, sino el mar así y asá.
Y como claro, es escueto señalar que hay mares (claro, muchos mares) voy a dividirlos y discriminarlos. Entonces hay mares mansos, como el de los golfos que de tan ceremoniosos parecen grandes lagunas, achatados, sumisos, un poco aburridos diría. O mares pintados de turquesa, esos que fotografían los turistas en el pobre Caribe o en la misteriosa y no menos pobre Polinesia y que después del efecto, aburren y se dejan de mirarlos. 
Me acuerdo una vez que añoraba el mar; habían pasado unos meses sin verlo. Estaba en Lima y no sabía que estaba muy cerca de la costa. En el barrio de Miraflores de golpe se abre un barranco de 30 o 40 metros del altura y ahí, estuvo el mar. Era un gris de cielo plomizo, y por la altura se distinguían las distancias entre las olas que iban a terminar en la orilla. Lo observé con alegría, aunque no era exactamente el de mi preferencia más bien que lo había echado de menos.
Es así que prefiero otros mares (y aunque se achica el universo aún vale mencionarlos en plural). Los prefiero abiertos, mares violentos contra rocas o playas, esos de azul cobalto, ventosos, y generalmente mares fríos. Con aves aguerridas que vuelan al ras del agua para sortear las ráfagas con el mar encrespado.  
Esos porque el mar me es la fuerza, pura energía. Pero nunca algo cursi o romántico, sino una soledad íntima, de pensamientos con hondura, de meditaciones que pacifican. El mar me pudo significar de todo; pero elegí mi manera de que me guste. Un mar gritón y bullicioso, y a la vez un mar desapercibido que mis ojos aprendieron a mirar. Es sólo una preferencia, sin otro ningún sentido ni propósito.
Costa patagónica, Playa Unión.

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